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jueves, 27 de junio de 2019

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Foto archivo
La minería artesanal ha cedido espacio a la minería mecanizada, que durante los últimos 13 años ha intervenido a cerca de 25.000 hectáreas destruyendo la cobertura vegetal, cambiando el paisaje y afectando ambientes acuáticos y terrestres.

La minería a cielo abierto realizada en el municipio de Condoto (al suroriente de Chocó) generó alteraciones en la calidad fisicoquímica de las fuentes hídricas intervenidas por esta actividad y en el ensamblaje de las algas perifíticas que se desarrollan en su interior.

En el corregimiento de Jigualito, ubicado en el costado occidental de Condoto, en los años veinte y cuarenta tuvo auge la explotación de oro, platino y plata, fenómeno que coincidió con el afianzamiento de las compañías extranjeras.

El investigador Giovanny Ramírez, doctor en Ciencias - Biología de la Universidad Nacional (UNAL), explica que aunque esta actividad decreció por agotamiento paulatino de los yacimientos, todavía hoy la extracción del oro es la actividad minera más importante de la región.

 “Aunque el aumento de la temporalidad de recuperación influye en el restablecimiento físico y biológico del ecosistema, se concluyó que después de 30 años el ecosistema todavía se encuentra en proceso de recuperación, y que su restablecimiento es de difícil alcance debido a los drásticos cambios producidos por la explotación minera”, afirma el investigador.

El análisis de afectación en las algas perifíticas, artropofauna, vegetación, anfibios y los componentes ambientales de suelo y agua se realizó en tres áreas de afectación minera con diferente temporalidad de recuperación (5, 15 y 30 años) y en un bosque testigo sin intervención minera, en los cuales se hicieron levantamientos para todos los grupos y componentes trabajados.

Afectación en algas perifíticas

 Se determinó que la minería tiene un efecto marcado en la concentración de nutrientes, el material sólido suspendido y la temperatura del agua, presentando un patrón de reducción desde ambientes con intervención actual hasta aquellos con 30 años de cese de la actividad, lo que influyó en los cambios de la composición taxonómica de algas en relación con la temporalidad.

“Aunque la temporalidad tiene un efecto en el restablecimiento de algunas características, existen condiciones ambientales de difícil recuperación, debido a la modificación de las características hidráulicas, la reconformación del cauce, el cambio en la estructura de la vegetación de ribera y la conectividad que se pierde durante el proceso minero, que hacen que la dinámica de nutrientes en el sistema se vea modificada”, señala el investigador.

En el campo biológico se estableció que los escenarios temporales evaluados están dominados por diatomeas y algas verdes, y que la composición mostró variaciones en función de la temporalidad de abandono minero y por ende una relación con el nivel de perturbación y del estado del hábitat, que evidenció los cambios en la composición taxonómica de las algas.

Afectación en el suelo

 Las variables fisicoquímicas y la respiración del suelo se caracterizaron en las áreas de recuperación posminera y en un bosque de referencia. Se emplearon 15 parcelas, cada una en los estadíos (área de sucesión temprana, bosque de sucesión tardía y bosque de referencia), de las cuales se tomaron muestras de suelo a las que se les analizó textura, pH, contenido de materia orgánica y contenido de nutrientes.

Al respecto Ramírez comenta que “la minería aumentó la fragmentación del suelo creando nuevas superficies para la colonización microbiana y aumentó la proporción de la cantidad de residuos que quedan vulnerables al ataque de microorganismos”.

Así mismo, se evidenció que con la minería a cielo abierto en bosques pluviales tropicales empezó nuevamente el desarrollo del suelo, con los atenuantes de no favorecer la recuperación ecológica natural.

Afectación en la vegetación Se seleccionaron tres minas abandonadas con temporalidades de 30, 15 y 5 años. En cada área se instalaron cinco parcelas de 5 x 20 m, equivalentes a 500 m² por área (0,05 ha), para un total de 20 parcelas en 2.000 m².

 “Demostramos que después de 30 años la comunidad vegetal se encuentra en cerca de un 50 % de sus condiciones iniciales en relación con la composición florística, aunque el arreglo de la estructura es completamente diferente al del bosque testigo, lo que hace probable que no se retorne a la configuración inicial”, comenta el investigador.
Sobre estos y otros resultados que el investigador obtuvo, su llamado es a poner la lupa sobre las zonas que han sido sometidas a este uso, que han sufrido un deterioro acelerado de sus condiciones originales y que han aumentado de igual manera la cantidad de ecosistemas y áreas degradadas por la actividad minera en la zona.


Tomado de elnuevosiglo.com.co
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